I. Nadie está preparado para la muerte de un hijo (no existe palabra que describa el vacío que deja la pérdida de un hijo, como sí existen los vocablos «huérfano/a» o «viudo/a»), sin embargo parece que de manera natural, sí debemos estarlo cuando se trata de la muerte de los padres.
II. Reflexionando sobre esto en los últimos días, he recordado lo que en una ocasión me contó un amigo muy querido tras el fallecimiento de su madre, y a los tres meses, su padre: