APUNTES SOBRE EL PROCESO DE CRISTO III

VII. Sigamos el desarrollo del procedimiento: Pilato  propone a los acusadores de Cristo una transacción, hará castigar a Jesús, y lo pondrá luego en libertad.

Esta solución no se concilia con la tesis del exequátur: un tribunal ante el que se presenta una solicitud de exequátur, da curso al pedido o lo rechaza. Una conmutación de pena no puede ser el resultado de este procedimiento,  si Pilato se hubiese negado a ratificar la condena a muerte, el Sanedrín habría tenido que juzgar nuevamente a Cristo y condenarlo él mismo, a otra pena.

La violenta presión que se ejerce después sobre Pilato y que va creciendo, no debe producir ilusiones: la actitud pasiva del Procurador, que cede cada vez más a los clamores de los acusadores, no debe disimular este hecho que es él quien, finalmente, pronuncia la condena a muerte como es él quien, antes, condenó a Jesús al suplicio de la flagelación.

Es Pilato quien redactó el «titulus», leyenda indicando los motivos de la condena y que será colocada en la cruz sobre la cabeza de Jesús.

Y, para subrayar el carácter romano de la condena, Jesús padecerá el suplicio de la crucifixión, que es un suplicio romano.

Por fin, son soldados romanos, a las órdenes de un centurión, y no los «milicianos» de la guardia del templo, los que formarán la escolta.

VIII. Por tanto:  Jesús fue condenado a muerte únicamente por Pilato, a pedido y bajo la presión del Sanedrín.

Es una conclusión jurídica, esta sutileza nada cambia las realidades morales y psicológicas del suceso.

Acusar es ya juzgar y la acusación calumniosa hace llevar a su autor el peso del error judicial que ha hecho cometer al juez.

Pero, en el presente caso, no se trata de un error judicial, puesto que Pilato sabía que Jesús era inocente («no hallo ningún crimen en este hombre»): la condena es pues, una iniquidad.

IX. Sobre  los acusadores:

¿Cuántos eran? Podemos formamos una idea aproximada de su número considerando el lugar donde se hallaban. No era el Pretorio; la gente no había querido entrar en el pretorio para no ser mancillados . Pilato se hallaba, al aire libre, en su tribunal,  sobre una tribuna.

Según algunos autores, las dimensiones del lugar eran aproximadamente 2500 m2. Y, el público se aglomeraría ante la puerta y en los lugares inmediatos.

En este punto,  otros, no coinciden el diálogo entre Pilato y los acusadores, la enorme presión que éstos ejercen sobre los debates se explican muy difícilmente si se admite que el público se hallaba alejado en los extremos del Lithostratos.

Al leer el Evangelio, se percibe que los enemigos de Jesús están muy cerca, y que forman una masa en un frente bastante extendido nada pierden de lo que ocurre e intervienen constantemente. Por otra parte,  Marcos nos dice que el pueblo había venido ante el pretorio  y Juan nos hace saber que los acusadores no entraron al pretorio , ningún texto excluye la presencia del público en el Lithostratos.  Juan  dice  que en cierto momento Pilato ingresó con Jesús al interior  para interrogarlo frente a frente, como hace un juez instructor. ¿Si el Lithostratos habría estado sin público, por qué se habría retirado? Habría bastado con cerrar las puertas.

Por fin, esta frase de Juan: «Pilato vino a encontrarlos afuera», mal concuerda con la dignidad del Procurador si se debe admitir que Pilato salió a la calle para hablarles. Pero todo encuadra perfectamente, si se admite que Pilato hizo colocar su tribunal al aire libre sobre la esplanada del Lithostratos, para permitir a los acusadores sostener su acusación, sin ser mancillados.

No es necesario reunir a miles de individuos para producir un efecto masivo capaz de intimidar a un Procurador de carácter débil. Es evidente que todo el Lithostratos no estaría a la disposición del público; se encontraría el tribunal de Pilato, que imagino rodeado de guardias; se hallaba Jesús a distancia respetuosa del juez, y también rodeado de guardias; los asistentes se hallarían más lejos, mantenidos por un cordón de soldados.

La majestad del Imperio se mostraba por un gran espacio libre; se respetaban las distancias y esto reducía el espacio reservado al público.

Quizás éste era de algunos centenares de individuos, lo que era suficiente para influir sobre los debates; era un porcentaje ínfimo con relación a la población total de Jerusalén.

X. El juicio de Pilato.

En las palabras de Cristo no encontró  ningún delito y mucho menos contra el estado romano. Si las ideas de Jesús, su predicación y su obra pudieren implicar alguna falta de carácter religioso contra la Ley de los Judíos, ello no ameritaba la intervención de Pilato. Este en consecuencia exclamó ante los acusadores  “ningún delito hallo en este hombre, por lo que rehusó la homologación de la sentencia del Sanedrín. A Pilato se le ocurrió una estratagema procesal consistente en declararse incompetente para juzgar a Cristo.

 

 

 

 

 

 

Margarita Serrano
Margarita Serrano
Soy abogado especializado en protección jurídica y ayuda a la persona mayor, dirijo el despacho Mayores Abogacía y les doy la bienvenida a este espacio en el que hablaremos de casos como el suyo y de muy diversos temas relacionados con sus intereses más directos.

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