Margarita Serrano
a las
I. Recibo algunas llamadas de mayores o familiares con tintes de desconfianza, incertidumbre y hasta miedo… ¿Qué va a pasar con mi asunto, qué puede hacer para solucionar mi problema, …? Ahora mismo no puedo hacer nada fuera de mi despacho. Sólo puedo preparar escritos, organizar trámites, analizar casos, y atender por teléfono, correo o skype… nada más. Prácticamente no existe vida civil. Me pueden llamar cuando quieran, eso sí, y hablamos un poco de la vida.
II. Para mí hay dos modos de vivir la vida: dejarse llevar por los acontecimientos que nos envuelven hacia una dirección desconocida; o vivir nuestra propia historia en medio de unos acontecimientos que tienen el sentido que nosotros queramos darles.
Ésto último, implica libertad. Para ello, lo primero que necesitamos es definir nuestra propia historia, no importa la edad que se tenga. Diseñar, qué queremos o podemos hacer con nuestra vida. Ilusionarnos por aquello que nos apasiona y dar un paso en esa dirección. Luego, poner una meta cercana pero que nos cueste, superando las dificultades en la dirección que nos hemos marcado. Así llegamos a vivir nuestra historia cada día, cada momento, recibiendo los zarpazos de la vida: en medio de unos acontecimientos que tienen el sentido que nosotros queramos darles.
¿Qué importa ser muy mayor o muy joven; qué importa dónde estemos? Definir nuestra propia historia lo podemos hacer todos, cada circunstancia y momento pueden ser propicios para ello.
III. Pero el miedo azota y hace perder el rumbo.
¿Sabes qué es el miedo? Una respuesta del cerebro ante una situación que consideramos peligrosa. Es una sacudida de adrenalina que sirvió a nuestros ancestros para sobrevivir: nos prepara para huir o para luchar. Hace miles de años causaban miedo los peligros esenciales de la vida: las fieras, las luchas… los peligros eran detectados por la mente del ser humano como anticipación del riesgo. Hoy la mente sigue funcionando igual, pero hemos cambiado la percepción de los peligros.
A veces el miedo se esconde detrás de los acontecimientos. Saber a qué tenemos realmente miedo, es el primer paso para enfrentarnos a él y luchar. Después viene el aceptarlo, dejarlo pasar, reconocerlo. Así podremos utilizarlo, emplear la agilidad mental que nos provoca y adueñarnos de esa sensación y convertirla en herramienta poderosa. Y sin apenas darnos cuenta, el miedo se convierte en nuestro mejor aliado.
Vivir la vida conscientemente es vivir nuestra propia historia. De nosotros depende el sentido que le demos a los acontecimientos que nos envuelven. Y así no perder la libertad.
IV. A propósito de lo anterior, al mismo tiempo que una novela sobre la ficción, el Quijote es un canto a la libertad.
Conviene detenerse un momento a reflexionar sobre la famosísima frase de don Quijote a Sancho Panza:
«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres».
Detrás de la frase y del personaje de ficción que la pronuncia, asoma la silueta del propio Miguel de Cervantes, que sabía muy bien de lo que hablaba. Los cinco años que pasó cautivo de los moros en Argel, y las tres veces que estuvo en la cárcel en España por deudas y acusaciones de malos manejos cuando era inspector de contribuciones en Andalucía para la Armada, debían haber aguzado en él ansia de libertad, y un horror a la falta de ella, que impregna de autenticidad y fuerza a aquella frase y da un particular sesgo libertario a la historia del Ingenioso Hidalgo.
¿Qué idea de la libertad se hace don Quijote? La misma que, a partir del siglo XVIII, se harán en Europa los llamados liberales: la libertad es la soberanía de un individuo para decidir su vida sin presiones ni condicionamientos, en exclusiva función de su inteligencia y voluntad.
No desesperen, en medio de los zarpazos de la vida, puede haber alegría y libertad.
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