Margarita Serrano
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I. Una Justicia demasiado lenta, deja de ser justa. Se avecina un colapso importante en los Tribunales en asuntos de todo tipo. La mediación es la principal solución extrajudicial a los conflictos ciudadanos, puede ser la mejor opción para descargar a los Juzgados de conflictividad. Es fundamental en familia, y muy efectiva frente a problemas de hipotecas y alquileres, por ejemplo. Pero es necesario que los usuarios de la Justicia la conozcan para que recurran a ella y que el Abogado entienda bien el proceso mediador. La figura del Letrado es siempre necesaria para que el acercamiento entre las partes termine en un texto jurídicamente correcto y válido.
II. La teoría ya la conocemos. Pero ¿cuál es la realidad de este procedimiento no judicial llamado mediación? Para que responda verdaderamente a su esencia ha de tener unos pilares y que los sostenga la actitud del Abogado.
A mi parecer serían los siguientes:
1º. Ganar-Ganar.
Es el pilar central de la mediación. Entrar en una mediación con la cabeza del contrario debajo del brazo, no parece un buen comienzo para alcanzar la solución, antes de escucharlo, lo convertimos en enemigo, le juzgamos y condenamos.
En el libro «Siete hábitos de la gente altamente efectiva», Stephen Covey expone que toda relación puede sintetizarse del siguiente modo: Ganar/Perder; Perder/Ganar; Perder/ Perder; Ganar/Ganar. Por tanto, para plantear la mediación, la actitud que debe presidir en las razones, solo puede ser ganar-ganar o no hay trato. Si se plantea desde ganar/perder o viceversa, la mediación será un tramite sin convicción que solo llevará a perder el tiempo.
Ganar-Ganar, implica el ejercicio de las dotes humanas más singulares: la auto-conciencia, la imaginación, la conciencia moral y la voluntad independiente en nuestras relaciones con los demás. Supone aprendizaje recíproco, influencia mutua, beneficios compartidos.
Para crear esos beneficios mutuos se necesita mucho empeño y también consideración.
2º. Ganar para ser.
El beneficio no solo radica en ganar para tener. La mediación puede ser muchísimo más que una manera de resolver conflictos. Como proceso, puede ser más importante incluso que el resultado. Puede generar una nueva y diferente relación entre las partes, capaz de iniciar una nueva manera y más creativa, de obtener mutuos beneficios.
Para ello no solo hay que poner la atención en el resultado. Hay que generar empatía en las propuestas, poniendo en valor, tanto las ganancias de tu parte, como las que debe obtener la otra parte. El beneficio debe ser mutuo para que la mediación sea eficaz.
Empezar por comprender, antes de ser comprendido. La renuncia del ego que siempre quiere tener la razón, comienza por comprender, antes de ser comprendido. Cuando comprendes, aceptas de forma natural los motivos que mueven a la otra parte, que está dejando ya de ser tu enemigo. Una vez que se han comprendido las razones y motivos de la otra parte, resulta más sencillo dialogar. Incluso empezar de nuevo una nueva forma de relacionarse.
3º. El perdón.
Es el paso previo para ganar-ganar. Para que no haya conflicto, a nivel de convicción personal, es preciso un proceso mental de cambio de paradigmas: dejar de buscar la culpa en el otro; dejar a un lado mis razones y argumentos; convencerme de que vivir en paz con uno mismo, es infinitamente mejor que vivir lleno de resentimiento interior toda la vida. Son algunos de los argumentos esenciales, para mover la conciencia personal hacia el perdón.
Ayudar a las partes a que alcancen esta convicción, es tarea difícil para el abogado, pero imprescindible para iniciar la mediación. Pero el perdón es mucho más. Es una de las esencias de la vida y del progreso. Por el contrario, el rencor pudre el olvido, ata al pasado y no deja avanzar.
Perdonar no es una actitud pasiva, es una decisión valiente que requiere iniciativa y tiene unas claves:
– La primera clave del perdón es con uno mismo.
Cuando se guarda el rencor dentro, son los demás los que dominan y controlan la percepción de la realidad y de la vida.
El ego, que se sintió herido por la afrenta, exige recordar; mantener viva en la memoria aquella afrenta y su dolor, que hizo sentirlo primero y re-sentirlo después. El resentimiento contaminará los actos posteriores, no sólo con quien fue la causa de la afrenta, sino con todos los que nos rodean. Se empieza a vivir malhumorado y se termina con una actitud negativa frente a la vida, sin saber, al cabo de los años, cual es la razón de la amargura.
Por eso es necesario comenzar de nuevo. Formatear con el olvido la conciencia, porque el olvido es una de las claves del perdón, empezando por uno mismo.
– La segunda clave del perdón es aceptar.
Aceptar que la vida es una escuela donde venimos a aprender. Aprender que los sucesos de cada día son los casos prácticos que nos dan el aprendizaje, nos brindan la oportunidad de cambiar nuestra forma de reaccionar ante la vida.
– La tercera, sonará cursi pero es la más importante: amar.
Nadie puede dar lo que no tiene. Cuando no tienes amor dentro, no lo puedes dar a los demás, lo tienes que impostar, pedir a cambio….
Tampoco se puede amar a un desconocido. Si no te conoces a tí mismo es imposible que te ames. Si no te amas a tí mismo, amar a los demás será siempre una utopía. Sin embargo, cuando te conoces y te aceptas, asumes tus miserias y recuerdos, te perdonas. Cuando te perdonas, sientes la paz necesaria para amarte a tí mismo. Cuando te amas a tí mismo, amar a los demás sale de dentro, de forma espontánea, sin requerir esfuerzo ni intercambio.
Sólo desde este panorama se puede entender la propuesta: GANAR/GANAR… O NO HAY TRATO.
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